La cueva oscura

Invitado

Al final, conseguí ponerme de pie. ¿Cómo? Pues... No me había enterado, pero lo hice, vaya. Oh, venga ya... "Eeeh, tíos, estoy ciega pero no sorda" me dieron ganas de soltar. Pero papá me había enseñado a ser educada, así que hice mutis por el foro, segura de que les daría igual. O sea, que me fui.

Invitado

*ve que Amaranth se iba, pero no dice nada. Mira a Nate:

-yo bien, ¿y tú?

Invitado

-No hay motivos,por el cual estar mal*cerre mi ojos y roze su pelo,con dedicadesa,sintiendo el roze en mis suves manos*

Invitado

*se deja acariciar y sonríe:

-exacto... *lo mira bien y se moja a saber su raza:

-¿eres un arcángel verdad?

Invitado

-Y si lo fuera,¿Sería algo malo?*Esta vez roze sus labios,pero con más dedicadesa+-Si,soy un arcángel*Seguí rozando sus labios*

Invitado

*sonríe ante su roce y lo besa dulcemente. Se separa:

-no, para nada *sonríe pícaramente

voy a comprar la cena, vuelvo en 15 minutos

Invitado

Un beso se topo en mis labios y una sonrisa picara apareció en mi-Me gusta que no sea nada malo para ti*Segui rozando sus labios con elegancia,impactando mis bellos ojos azules en su bella cara*

fdr:Vale kiss

Invitado

*sonrie y lo mira a los ojos dejando que él rozara sus labios con los de ella. Se acuerda de Virgil y se separa:

-no puedo...

Invitado

Con la misma que dijo no puedo,sali de allí aquella chica no estaba disponible,pero me era indiferente*

Invitado

Nate... *suspira y se va de allí

Invitado

*Llegó a la cueva oscura con el paso tranquilo pero seguro, llevaba en la mano su preciada katana mientras que el bajo de la gabardina ondeaba elegántemente a cada paso que él hacía mientras que miraba cada punto de la cueva con sus ojos azules fríos*

Invitado

*llega tranquilamente a la cueva oscura y ve una figura familiar. Se para en seco y se lo queda mirando. Parpadea un par de veces y se frota los ojos. ¿Realmente era real lo que estaba viendo?. Se acerca un poco, pero con paso muy lento:

-¿Vergil? *dice en un murmuro, aunque con temor de equivocarse. Estaba del todo segura que era él, pero ella lo daba por muerto

Invitado

*Escuchó que decían su nombre y se paró, se giró tranquilamente clavando su mirada azulada en la chica que la habia llamado; extrañamente le parecía familiar aunque no supo de qué la conocía, le vino a la mente la imagen de ellos dos y entonces la reconoció*

-Hola, Anette *Dijo con calma, la voz de Vergil seguía siendo serena y fría cómo siempre; no había cambiado nada aunque él odiaba los cambios, la mira con tranquilidad, serenidas y frialdad*

Invitado

*sonrie y se avalanza sobre él abrazándolo:

-cómo te he echado de menos... pensaba que estabas muerto... *dice abrazándolo más fuerte, aunque ya volvía a estar con su amado otra vez y nada los separaría

Invitado

*Se quedó un poco quieto cuando siente que lo abraza, tarda un poco pero despues se lo corresponde; escuchó lo que dijo pero no dijo nada por el momento, se separó de ella mirándola*

-Sabes que no es tan fásil matárme, aunque si he estado desaparecido por una temporada

Invitado

*lo mira a los ojos y sonrie dulcemente:

-y tan frío como siempre... pero éso es lo que me gusta de ti... *se acerca a sus labios y se los besa dulcemente mientras entrelaza los brazos en su cuello

Invitado

*No se lo corresponde de inmediato pero si se lo correspondió, la toma de la cintura cerrándo los ojos siguiendole el beso con dulzura o al menos eso lo intentó pero lo hacía bastante bien cómo para ser un chico que era un poco distanciado de los demás*

Invitado

*sigue besándolo recordando el sabor de su saliba y su calor corporal. Le encantaba y sigue besándolo hasta que se separa. Se lame los labios sensualmente:

-como echaba de menos tus besos, Vergil...

Lucifer

Entre aquel silencio incesante se podía escuchar la calmada respiración de algún ser que por allí merodeaba, a la vez que el sonido de unos pasos firmes y bruscos, que seguían un ritmo consante. El sonido hueco de los pasos indicaba que este ser se dirigía hacia el exterior. Llegó a un punto en el que los rayos del sol se filtraban entre la osuridad. Uno de estos impactó en su rostro, y unos pasos más alante ya se podía distinguir toda su figura. Se trataba del hijo del mal: el temido Lucifer. En su rostro rígido se podía distinguir algunos movimientos de sus labios, como si estuviera murmurando algo para sus adentros.

Guardiana del cielo

Un sonido contrario, se escuchó desde dentro de la cueva.
Era lento, pausado, rítmico y a la vez armónico; acompañado del aura blanca que se podía distinguir con tan solo sentirla, olerla, pero nunca palparla…
La diosa Eileën fue como un destello entre la oscuridad sumisa de la cueva; sus facciones eran soñadoras y atentas, aunque siempre sumisas.
No llegó a recaer en que el hijo del mal, su contrario, calificable como su peor enemigo.
Eileën era demasiado confiada, sincera, dulce y enigmática como para molestarse por la algo más que aquel frío condenado que envolvía el lugar, en un abrazo sucio y helado.
Arrugó la nariz, oliéndose ya algo… Aún así, no quiso inmutarse; sus alas se posaron encima de los hombros para atribuirle algo de calor y compañía. Mientras, su mirada paseaba sin miedo alguno por los rincones de aquel lugar.*

Lucifer

El eco de otros pasos, que no eran los del maligno, resonaron desde la entrada de la cueva. Salió de su estado de trance para pronto darse cuenta de que estos pertenecían a alguna alma pura, sumisa de alguna divinidad. Maldeció unos instantes. ¿Quién se atrevía a disturbir su intimidad? En cuanto reconoció el rostro de una diosa sus negaciones desaparecieron. Quizás ese encuentro le pudiera llegar a ser divertido. Con una sonrisa, falsamente pacífica, se acercó hasta ella.

Guardiana del cielo

*Los pasos de la diosa cesaron, como si algo le quitara el aliento, la dejara paralizada y la obligase a retroceder. Miró hacia atrás, sus ojos no simbolizaban terror, si no desconcierto ante la escena.
A pocos metros de su perfil, donde antes no había más que un vacío relevante a la oscuridad fue sucedido por el demonio '' Lucifer ''
.
Lo miró de arriba abajo, sin ninguna expresión en su cara. Sus músculos seguían relajados, y su expresión lejana. Sus pies la incitaron a seguir caminando hacia lo prohibido y desconocido. ¿Debería decir algo? Algo la incitaba, por eso balbuceó tan claramente como pudo* Vaya… ¿Tu por aquí? *La diosa sintió ganas de acercarse más a él, para averiguar la poca calidez de su piel.
Su mirada más bien intrigada, imitó su sonrisa falsa y tonta; como una calcamonía de ambos gestos. Fue hacia él, sus pies inconcientemente la llevaron más cerca de aquel perfil demacrado.
Arrugó la nariz* Pensaba que el lugar de los demonios era el infierno *Vaciló, más bien amistosa* No hay nada que hacer por aquí Lucifer, no tienes animalillos a los que cazar… Más vale que te marches

Lucifer

Su sonrisa iluminó más su cara. "No tienes animalillos a los que cazar". ¿Qué era ella si no? Probablemente quedaba lejos de su mente el hecho de que todo fuera más fácil si como pieza de casería se la llevara a ella. Y más lejós aún quedaría entonces que ahora ese pudiera ser su propósito. -Y yo pensaba que el lugar de las divinidades era el cielo. -Siguió su juego. -Así que ambos estábamos equivocados. -Realmente no pensaba eso, sabía que tanto unos como otros podían transladarse de sus respectivos hábitats.

Guardiana del cielo

*Miró a aquel mismísimo hijo del mal con una ceja enarcada, sabiendo de sus propósitos… Aunque no le hiciera ninguna gracia, siguió aquel juego* ¿Qué te ha hecho pensar que yo caeré en tus redes tan fácilmente? *El gestó de su frente se acentuó. Iba a continuar su frase cuando un destello en su mirada desafiante la hizo cambiar de idea; no podía reprimir que el demonio le intrigaba y mucho.
Era un psicópata dispuesto a hacer del mundo un aquelarre de demonios con él al mando, y aquello Eileën no lo iba a consentir. Pero… ¿Por qué no aprovecharse de la situación?* Ya… merodear por otros lados a ver como van creciendo los peces en el mar es una buena táctica, sobre todo si luego quieres pescarlos… *Le clavó una mirada directa a los ojos, esta vez la sonrisa era tenue; pero había sonrisa*

Lucifer

Quizás un brillo en sus divinos ojos, el tono de su angelical voz ó algún gesto en su rostro fué lo que le hizo ver en ella algo de intriga. Algo impropio de un Dios perfecto pensó el maligno. Pues aquello que por norma te lleva a cometer los actos más impuros no es esa más que la intriga. Así que la pequeña diosa Eileën tenia la virtud o el defecto, en este caso defecto, de la curiosidad. El malvado sonrió, esa idea le proporcionaba mucha ventaja. Él podía ser cuanto más intrigante si se lo proponía. - ¿Ver como crecen los peces en el mar? ¿Para después pescarlos? Tengo más motivos entre manos, querida. -El tono del susodicho iba diminuyendo de volumen según fluían sus palabras. cómo si de un secreto se tratara. Mientras habló avanzó unos pasos, para acercarse aún más a la deidad. Allí la contempló mejor, deseoso de contagiarle uno de lo siete pecados capitales: la lujuria. La examinó varias veces, sin articular palabra, estudiándola.